La cocina del estado de Guerrero es amplia y diversa, pero si hay un platillo que destaca por encima de todos, ese es el pozole. Como muchos saben, este platillo tiene sus raíces en el caldo molido conocido como “Pozotl”, que los antiguos pobladores elaboraban combinando maíz Cacahuazintle con agua. Algunas historias sugieren que este manjar era reservado solo para gobernantes, quienes eran los únicos que podían disfrutarlo.
Los famosos “jueves pozoleros” de Guerrero
En Guerrero, el pozole tiene una presencia especial los jueves. Según una tradición de la región montañosa del estado, en septiembre, cuando se terminaba la cosecha de maíz, las comunidades se solidarizaban con aquellos cuyos cultivos no habían sido abundantes. Los miércoles por la noche, se recolectaban los excedentes de maíz no consumido, y se organizaba una gran comida comunitaria que se extendía hasta el día siguiente, dando lugar a los conocidos “jueves pozoleros”.
Otra interesante versión conecta el pozole con un momento clave de la historia mexicana. En 1821, en Teloloapan, Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide celebraron su famoso “Abrazo de Acatempan” y dicen que ese hecho tuvo lugar un jueves.
Para conmemorar este encuentro, Guerrero ordenó un banquete especial, en el cual la comunidad contribuyó con su tradicional “potzotl”. A partir de esa celebración, se comenzó a añadir carne de cerdo desmenuzada al platillo, lo que dio origen al pozole guerrerense que conocemos hoy, y que sigue cautivando paladares tanto locales como internacionales.
El pozole verde, otra delicia que debes probar
En las regiones costeras de Guerrero, el pozole verde se distingue por el uso de ingredientes como tomate verde, epazote y pepitas de calabaza, acompañado de una amplia variedad de botanas que varían según la zona, pero que incluyen chiles rellenos de queso, tacos de requesón, tostadas, chalupitas de pollo, chicharrón, queso fresco, rábanos, cebolla, chile y aguacate.
Recientemente, la CANIRAC de Ixtapa-Zihuatanejo propuso establecer el cuarto jueves de julio como el “Día del Pozole Guerrerense”, con el fin de preservar esta tradición culinaria y estimular la economía local mediante festivales, ferias y muestras gastronómicas que atraigan tanto a turistas nacionales como internacionales.
Más allá de su origen, lo cierto es que el pozole ha perdurado a lo largo del tiempo, y las fiestas patrias son la excusa perfecta para disfrutar de este emblemático plato, aunque cualquier día es ideal para degustarlo.
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